Riverwatch
Review:Like "It" without the scares, the kids and the fun, but with extra silly mythology. |
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Adivinen qué? Escribir dos posts al día durante las vacaciones no es fácil! Entonces acá vá el resto, todo junto, largo y con fotitos.
El último reporte fué de cuando subimos a la torre Eiffel. Después de eso pasaron muchas cosas. A la mañana siguiente salimos a caminar con Rosario mientras Tato y mamá descansaban un poquito. Nos sentamos a tomar un café, charlamos. Me dice, sacáme fotos como si estuviéramos haciendo una producción fotográfica. En esa clase de cosas, el fotógrafo le habla constantemente a las modelos diciéndole pavadas, lo primero que se me ocurre es ... París ... Francia ... Revolución Francesa ... "transmitime desprecio por los campesinos"
En fin, nos reímos un rato, caminamos, a la vuelta pasamos por la puerta de un McDonalds y descubrí que he vivido engañado. Primero un poco de contexto (empieza alrededor de 0:50):
Si hay algo que sabía de París, es que allá el cuarto de libra se llama "Royale with cheese". Imagínense mi desilusión:
Esa tarde me sentía medio mal, así que me quedé en el departamento descansando y los demás se fueron a pasear en colectivo turístico con Les Cars Rouges.
Pasearon, se divirtieron, volvieron, comimos, a la cucha. Día siguiente, aprovecho que habían sacado boletos de dos días, y me voy yo a hacer lo mismo con Rosario. No soy un hombre friolento. No les puedo explicar como me cagué de frío andando en un colectivo descubierto un día de lloviznita de 5 grados. El problema es que si vas adentro no ves nada, entonces es arriba o joderse. Así que fuimos arriba, nos abrigamos, y a ver París.
Cuando paramos en el Trocadero, vimos que había otro colectivo que estaba vacío, y decidimos cambiarnos. Mala idea. Nos tocó el único francés loco que vimos en dos semanas, y justo era el chofer. Ibamos arriba, y lo escuchaba a los alaridos (espero que) hablando por teléfono. Estaba tan sacado que Rosario se empezó a asustar. Para cerca de Champ de Mars, y bajamos para salir y esperar el siguiente, y nos dice "esta no es una parada, no se pueden bajar, tienen que esperar 20 minutos".
Pensando que bueno, era chiquito, y probablemente la fuerza desmesurada de los dementes es un rumor sin pruebas experimentales, pensé en decirle que nos bajábamos y se dejara de joder, pero ... ma sí, nos sentamos arriba y esperamos a la siguiente parada.
Nos bajamos enfrente de la Torre Eiffel y cruzamos Champ de Mars para retomar en la siguiente parada. Usto había una exposición de ... osos internacionales. Cada país decoraba un oso para dar un mensaje positivo, la unión de los pueblos, etc.
En fin, dimos vueltas, vimos montones de cosas hermosas, hay algo así como 200 fotos de esa vuelta.
Pasamos por los lugares típicos, Place de la Concorde, Place Vendome, La Madeleine, y ... la ópera Garnier. Es un edificio ridículo. Todo está decorado, todo tiene una estatua, algo escrito, una moldura, es hermoso. ¿Por qué pasó de moda ese estilo? ¿Por qué ahora hablan de las líneas limpias, del ascetismo, y construímos básicamente cajas de zapatos de vidrio?
¿Acaso alguien va a viajar miles de kilómetros dentro de 100 años para ver edificios cuadrados de vidrio? No, no creo. Creo que nos han convencido que eso nuevo es lindo sólo porque es más barato y más fácil. En fin. Una cosa copada de Les Cars Rouges es que tiene el tour de audio que te cuenta sobre la historia de los lugares que vas viendo, tipo "este es el reloj más antiguo de Francia" o "este es el puente Pepe Le Pew, por el general Le Pew de la guerra de la marosca del sigo XVI". Eso hace que todo suene más importante. Imagináte entrar a Avellaneda escuchando "este es el Puente Pueyrredón, así llamado por el militar y político que fue director supremo durante las guerras de la independencia". Es el mismo puente cachuzo, pero tiene más carácter.
Y yo sacando fotos como loco. Para cualquier lado que miraba había algo que me parecía digno.
Y terminamos la vuelta subiendo por Champs Elysee hasta el Arc de Triomphe
Al día siguiente, martes, decidimos salir a pasear por Place de la Concorde, Place Vendome, y ver hasta adonde llegábamos. Arrancamos, taxi, y empezamos a mirar, por supuesto.
Pasamos por Maxim's adonde decía que comia Isidoro Cañones (es carito), por un lugar donde aparentemente venden cubiertos. De oro:
Llegamos al Café de la Paix y Rosario se emociona, quiere tomar un cafecito. Bueno...
Salimos y encaramos para la ópera Garnier.
Lamentablemente no se podía entrar a ver la ópera porque había ensayo, así que seguimos para Place Vendome, donde había unas modelos haciendo una producción fotográfica.
Entramos a Godiva para comprar unos chocolatines, pero no nos llamaron la atención (por lo menos no más que otros más baratos ;-) seguimos caminando y fuimos a los Jardines de las Tullerias donde paramos un rato para que Tato juegue un poco. Hace un año en Turquía jugaba con todos porque no tenía el concepto de que no lo entendían. Ahora se da cuenta, y le cuesta un poco más, pero al rato se empieza a divertir. Interesante que hay juegos que no tenía vistos, como una hamaca paraguaya.
Seguimos y llegamos a una especie de fuente con barquitos que se alquilan. Creo que es lo que más le gustó a Tato de París, nos pasamos una hora empujando el barquito, y diciéndole "¡Cuidado, te vas a caer al agua!"
De vuelta en la Place de la Concorde, pasamos el Arco del Triunfo chiquito que usaron porque el otro no estaba listo, y ... hay que hacer pis. En parís hay muy pocos baños. Por suerte, hay una especie de shopping abajo del Louvre, vamos para ahí, y nos cobran dos euros por cabeza, y es un baño unisex (que cosa europea, eh?). Pero bueno, listo, miramos un poco, y vemos esto, que nunca había visto antes: gaviotas paradas, vistas de abajo!
Tato trata de subirse a la pirámide que está abajo de la pirámide que está abajo de la pirámide del Louvre, y lo logra. Dicho sea de paso: cuando al final del Código Da Vinci el tipo va ahí y mira para abajo? Está mirando adentro de un shopping. ¿Interesante no?
Paramos a almorzar en un puestito en la calle, unas baguettes, y probamos si todos los gorriones de París son mansos.
Seguimos, llegamos al Louvre, que ... está cerrado. Porque es martes. FAIL de nuestra parte. Estuvimos dos semanas y no pudimos ir al Louvre. ¡Habrá que ir de nuevo! Por lo menos podemos ver la parte de afuera, la pirámide, etc.
Paseamos un poco más, y nos volvimos a casa.
Esa noche, salimos con Rosario con la idea de ver un poco de vida nocturna. Tomamos un colectivo que terminaba muuuucho antes del lugar adonde queríamos ir, así que seguimos caminando.
Terminamos en un restorán belga comiendo Moules (mejillones) asi que Rosario terminó feliz.
Al día siguiente, fuimos a ver vidrieras a Champs Elysees. Terminamos almorzando en una Brioche Doreé, para darle ese toque porteño a la salida. Los barcitos tienen todos mesas afuera, y este no era una excepción, compro unos sandwiches y nos sentamos a comer. Viene una señora, empleada del lugar, y empieza a cagar a pedos a una mesa vecina, porque estaban tomando Pepsi, y ellos solo venden Coca, y no pueden tener gente tomando Pepsi en las mesas. Las chicas se le reían en la cara, pero bueno, después de tres visitas, largan la Pepsi. A los cinco minutos, viene una pareja con una bolsa de comida de McDonalds, se sienta y empieza a comer. Vuelve la señora a decirles que no hay problema con que coman de McDonalds, pero que tienen que comprar algo de ahí, si no se tenían que ir. Se van. Al minuto se sienta una familia empieza a comer... de vuelta a discutir, habían comprado para llevar, que es más barato, y no lo podían comer ahí.
Al parecer el trabajo de esta mujer era limpiar las mesas y cagar a pedos a la gente que estaba comiendo o tomando algo que no corresponde. No sé si es más raro que hiciera eso, o que realmente tuviera que hacerlo todo el tiempo. ¡Acá nunca ví nada parecido! (claro que acá no podés caer a los cafés con tus propias facturas, y allá sí).
Volvimos a casa, relajación. Al día siguiente yo trabajaba, así que Rosario se lo llevó a Tato a Disney París.
Vuelven a la noche, Tato destruído.
Vamos a un supermercado diferente, y alucinamos con lo que había a la venta. Cenamos una picadita de nivel...
Y compramos regalos para todos en el supermercado. Sí, lo que trajimos de regalo es chocolates, latas y frascos. Créanme, fué por el bien de todos.
Es algo muy lindo de hacer. Ahora bien, si me había dado frío andando en colectivo sin techo, no les quepa duda que pasé mucho más frio en la proa de un barco andando por el río. Pero es muy interesante porque se ven las cosas desde ángulos distintos, y se puede ver detalles que desde arriba son imposibles.
Saliendo, vamos a almorzar a un restaurante cerca de ahí, vemos cartelitos:
Hicimos las valijas, al dia siguiente devolvimos el departamento, y nos separamos, yo para Londres, los demás para Buenos Aires.
Las módicas aventuras londinenses, las contaré otro día. Esto... esto no continuará. Ese fué nuestro viaje a París.
Review:The usual optimistic Doctorow YA book. A bit too optimistic, I'd say. |
Ayer me puse a discutir, como siempre. Y como a veces, me queda más claro algo.
Por creer cosas equivocadas me he jodido, por creer cosas en las que tenía razón también. Por creer cosas privadamente me he equivocado, por creer en público me han currado. Por creer en lo material me he agarrado a piñas, por creer en la amistad me han fajado. Por creer en la plata he sido pobre, por creer en la educación también. Por creer en amigos he sido feliz, por creer en enemigos me han perdonado. Por creer en mí mismo me ha ido bien, por no creerle a la segunda chica más linda de tercer año me pregunto que será de ella, por creer que creer es importante, creo que la he pifiado.
Por actuar de acuerdo con lo que creía he perdido plata, años de mi vida, amigos, bondis y paraguas.
Cuando te digan que creés una pavada, decir que creés no es defensa, decir que creés es dar la razón. Decir siento en mi corazón que esto es lo correcto no te ayuda, porque todo el mundo cree que cree eso.
Creer no es tener razón, creer es no saber, creer es una mierda, creer a veces es lo que hay. Si lo que hay es eso, creé porque no tenés otra, pero si te quedás contento por lo que creés la estás pifiando, tenés que creer que lo mejor es dejar de creer, que lo mejor es saber de verdad.
Si creés pero no tenés nada para mostrar, creés en nada. Si creés porque sentís algo, no creés, sentís y querés. Si creés porque sentís, pensá que hay otros que creen algo distinto porque sienten distinto, y por qué creés que lo que vos creés es más cierto, si ellos creen como vos.
Si vos creés que tuviste un encuentro, pensá que otros creen que están poseídos, o creen que subieron a un ovni, o creen que ser empresario es robar, o creen que Macri es un groso, o creen que Colón va a salir campeón de primera algún día, o creen que creen cada cosa, los que creen.
Yo por eso no te creo. Vos creés que creés eso, pero yo sé que creer es una ilusión, que creer es querer creer, o tal vez querer querer creer.
Mi vieja me dijo una vez que ella no creía, pero que veía gente que sí, y pensaba, debe ser lindo creer, los debe ayudar. Pero las cosas no son verdad porque sean lindas, no son verdad porque te hagan sentir bien. La verdad es verdad. Las creencias no creo.
Cuando yo era chico (pero muy chico, a los 5) y por unos cuantos años, estuve en un cineclub, que se llamaba Núcleo Joven. Nos juntábamos los sábados a la tarde en el cine que estaba en la esquina de Ituzaingó y San Luis, si no me falla la memoria. Veíamos películas y discutíamos qué nos había gustado y qué no, y se publicaba cada tanto unas hojitas con cosas que hacíamos o decíamos
Mi crítica de "La Novicia Rebelde": "me quedé dormido a la media hora". 30 años después Rosario trató de hacérmela ver de nuevo, porque es una de sus películas favoritas. Me quedé dormido a la media hora.
Pero bueno, había películas mejores, películas peores. Vimos ésta que me gustó y ésta que me acuerdo de verla dos veces y la segunda intentar contar las palabras que se dicen (no legan a mil).
Aparte podía ir a ver las películas "normales" del cine gratis, o casi, y aprovechaba para ver cualquiera que fuera apta para todo público (sí, a los cinco años, iba al cine solo. Como mucho, con mi hermano de ocho. Los 70s eran así.)
Era un cine chiquito, pero tenía esa forma de los cines antiguos, se entraba por atrás, y el piso primero baja y después sube, y cuando uno tiene cinco años eso es un problema, porque o estás en la primeras filas o no ves nada, y en las primeras filas la pantalla es enorme y esta muy arriba.
Pero había un truco. El pasillo que llevaba al frente era ancho, y en el fondo, abajo del proyector, había cuatro butacas contra la pared. Si me sentaba en una de esas, veía perfecto, por lo menos cuando la gente no se levantaba para ir al baño.
Yo siempre me sentaba en la tercera butaca desde la izquierda. En algún momento, se empezó a sentar, en la primera butaca, una mujer. Digo mujer, pero no tengo idea de la edad. En una de esas tenía catorce, o veinticuatro, o algo inimaginable, como treintaycuatro, cuando empezó a sentarse.
Y charlábamos.
Y era lo mejor de ir al cine.
Y nunca le vi la cara.