Londres Días 3-4-5
Día 3: Westminster, Chipaca, Chinatown
POST CON ESTRELLA INVITADA, ROSARIO GUERRERO QUE ME DICTA
El día lunes 22 de julio arrancamos temprano con la idea de ir a la abadía de Westminster. Como no es muy lejos del departamento fuimos caminando por Victoria Street hasta Westminster station porque ahí salía el tour de London Walks.
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Cuando llegamos descubrimos que no teníamos suficiente efectivo para pagar el tour y las entradas a Westminster, así que mientras Rosario demoraba a la guía, yo trotaba hacia el cajero más cercano, dentro de la estación, que obviamente, no funcionaba.
Como pensábamos que no llegábamos al tour, dimos una vueltita, y nos sacamos la foto obligatoria con el Big Ben porque si no uno parece que no vino a Londres, vio?
Resignados a que íbamos a tener que hacer tres cuadras de cola y inventar las descripciones de quién estaba enterrado dónde, fuimos hacia la abadía, y vimos un banco en la esquina. Saqué plata, y pescamos al tour cuando estaba en el Dean's Yard, que es la entrada para tours.
Los convencimos y nos dieron los brazaletes, y entramos. No hay fotos del interior porque está estrictamente prohibido, y si sacás una foto, viene dios, y te castiga.
Los paseos de London Walks están buenos, son caminatas con viejitos locales como guías que se nota que tienen mucha cancha y miles y miles de tours encima. Parece que en Westminster enterraron mucha gente famosa, y a los que no los enterraron les pusieron una placa conmemoratoria, así que está lleno de nombres famosos.
Ya al principio ves una silla, que se usa en las coronaciones, que es el mueble más antiguo de Inglaterra que aun se usa para el fin original (sentarse), data del siglo... hace mucho, y está cubierto de grafiti, porque los pibes de la escuela de Westminster se escapaban en los recreos para ir a firmarlo. De hecho hasta hace relativamente poco, por unas libras te dejaban sentarte, pero Inglaterra es much menos cool que hace unos años. Porque no me dejaron.
A mí (Roberto) me dió como una emoción ver las tumbas de Newton y Darwin ahí una al lado de la otra. Lamentablemente no daba para foto, Newton no se ponía en pose. Dijo la guía que hace un tiempo habían puesto un poster explicando que todo lo que dice el libro "El código Da Vinci" acerca de la tumba de Newton está mal.
Entramos por muchas capillas en el costado de la catedral, que al parecer si tenías suficiente mosca, te pedías un cacho de catedral para vos, y te la daban. En esas capillas hay diversas tumbas y en una, que es la capilla de Eduardo el confesor (único rey británico que es santo) está la tumba de otro rey, que estaba toda enchapada en oro.
Se puede estimar la estatura máxima del inglés medieval en base a la altura hasta la que pudieron afanarse el enchapado cuando el chancho no miraba.
Pasamos por el coro, por el lugar donde se encuentran los cascos y estandartes de los miembros de la Order of the Bath (orden del baño), que según la guía tenían características distintivas para permitir reconocer al dueño en batalla. Por ejemplo, un pelícano de 45 cm con las alas desplegadas pintado de blanco brillante. Sí, te van a reconocer, y vas a escuchar "mirá al perejil ese con el pelícano en la sabiola".
De ahí se pasa a la esquina de los poetas, los escritores, los dramaturgos, etc. Y se sale a los claustros donde ya a dios no le molesta el flash y se puede sacar fotos.
Salimos, y Rosario se me estaba ampollando, así que nos fuimos a un Boots (que por suerte hay en todos lados) y nos compramos la cosa mas maravillosa del primer mundo, que son las curitas marca Compeed unos sandwiches etc y nos fuimos a almorzar en unas escalinatas frente al Támesis.
Nos tomamos un bondi a Picadilly, compramos ropa deportiva para Tato en Lilywhites, y despues otro colectivo al departamento para descansar antes de salir a la noche.
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Habíamos arreglado para encontrarnos con John Lenton en un pub llamado "Cask" en Pimlico. Se prendieron en la salida Fede Heinz y Anthony Lenton, y ahí, en nuestra primera y última (hasta ahora) incursión a un pub, tomamos una pinta, y comimos un kilo de papas fritas.
Les preguntamos a los nativos "¿Dónde se puede ir a comer?" a lo que respondieron con mirada incrédula "son las nueve de la noche, a ningún lado". Bueno, WRONG. Yo creía recordar que en Oxford había algo de movimiento a la noche (ja!) y salimos para allá. No solo no habia movimiento, si no que no había absolutamente nada abierto más que un triste subway sin asientos, donde hubiéramos podido comprar un sandwich para comer estilo homeless en un umbral.
Como Rosario tiene la idea de probar la mayor cantidad de cocinas exóticas que encuentre en el viaje, yo le dije "Chinatown está acá nomás" (no) y seguimos caminando una cantidad ridícula de cuadras sobre nuestros cada vez más ampollados pies.
Por suerte hay dos negocios en Chinatown que tienen una licencia especial que les permite vender comida hasta la 1 AM. Entramos en uno de ellos, y le pedimos a la camarera más mala onda importada del oriente el menú de degustación con crispy duck.
La sopa hot and sour casi asesina a mi mujer, que no pudo pasar de la tercera cucharada, pero después mejoró mucho. El crispy duck estaba muy bueno, y unos platos de cerdo kun-pao, carne rebozada en chile agridulce y verduritas al vapor estaban muuuuuuy buenos, ya saciados buscamos como volver.
Bondi al depto, y sobre.
Día 4: Fiaca, Tower Bridge, Jack the Ripper Tour
Si miran los mapas del Día 3, verán que cruzamos Londres de un lado a otro como borrachos al volante de un helicóptero. Eso es más agotador de lo que podría esperarse, por lo cual el cuarto día entre las ampollas, los calambres y el dolor, nos quedamos haciendo fiaca hasta las 4PM.
Ahí juntamos espíritu turístico y salimos en colectivo hacia el Tower Bridge.
Es un muy lindo puente. Ya era muy tarde para ir a visitar la sala de máquinas, pero la vista del Támesis hizo que valiera la pena.
Vimos la Torre de Londres desde afuera, y caminamos hasta la estación de Tower Hill, que es desde la que salen los tours de Jack the Ripper. Hay montones, y salen mas o menos cada quince minutos, nosotros fuimos con el de London Walks porqu habíamos tenido buena experiencia en Westminster.
Algunos guías van caracterizados, el nuestro (Paul) se caracterizaba por un aspecto de loco bastante impresionante:
Supongo que hacer el tour cuando faltan tres horas para que oscurezca, le quita atmósfera a la cosa, pero es divertido. Es un curro, ya que gracias a los alemanes no queda absolutamente nada en pie que tenga remotamente que ver con Jack the Ripper, por lo cual el tour consiste en caminar entre edificios modernos de vidrio mientras te describen una cosa completamente distinta.
De todas formas, Paul es un gran contador de cuentos, y la historia es muy interesante. No sé si es para todo el mundo, y si te toca un guía medio zopenco es tirar la plata. Pero Paul es bueno.
El tour termina en Spitalfields Market, con lo que con Rosario empezamos a sentir intensos ataques de deja-vu, ya que cada lugar al que íbamos ya habíamos estado. Decidimos tachar un ítem de la lista de cosas que hay que hacer en Londres e ir a comer fish & chips.
Casualmente había uno ahí cerca (o no tanto porque hay en todas partes) que se llama Poppie's y se autopromociona como el mejor fish & chips del East End. Rico. Recuerden que Haddock es Merluza, y no coman la misma milanga de pez con fritas que sirven en Argentina. Yo comí plaice y Rosario un plato mixto con bacalao, calamar, camarón y whitebait (entre nosotros, indistinguibles del cornalito).
Imaginen una empanada de masa criolla de manzana acompañada de una cucharadita de helado de nada. Ese es el mejor de los dos postres que pedimos. El otro era un Sticky Toffee Pudding, que tenía el aspecto de haber estado dentro de un gato con mala salud media hora antes, y haber sido recalentado en un microondas durante alrededor de 15 minutos. También servido con el mismo helado, no era tan rico como parecía.
Rosario no lo pudo terminar. Lo que es una experiencia nueva en su vida, hasta que un par de días después pedimos un crumble de pera con custard, pero eso es otra historia. Lo de los ingleses no es el postre. Es como si trataran de que les liberes la mesa más rápido. Si no lo hacés a tiempo te traen unos caramelos con la cuenta que son (por ejemplo) masticables sabor regaliz, el mismo de los caramelos media hora, pero que se te pega en los dientes y no te abandona hasta que llegás a casa. Lo que puede llevar más de media hora, de hecho.
Repelidos por los postres, pusimos distancia emprendiendo una caminata poco astuta hasta St. Paul, creyendo que no era tan lejos (sí, es lejos). Llegamos a St Paul ya tarde, luego de cruzar toda la City londinense sin ver una sola persona viva que no estuviera conduciendo un auto. Al parecer el peatón nocturno es una especie extinta en esta isla.
Nuevamente fuimos engañados por Google que nos dijo que en St. Paul paraba un colectivo a Victoria. MENTIRAS. Esa calle está cerrada al tráfico hacia el oeste. Debimos caminar hasta Mansion House para tomar el underground. Por el camino se me ocurrió esta teoría que evito cuidadosamente desmentir mediante la adquisición de conocimiento al respecto de que Mansion House es la casa de un tal Joseph Mansion, que hizo una casa tan lujosa que desde ese dia todas las casas lujosas llevan su nombre.
Recorrido del día:
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Llegamos a casa, y descansamos.
Dia 5: British Museum, Teatro Equivocado, y Variedades
Salimos de casa, desayunamos en la estación, compramos más curitas para los pies, y arrancamos para el British Museum. Este fue el primer día en que realmente hizo un calor inmundo. Y el British Museum no tiene aire. No, no es que no tiene aire acondicionado, no tiene aire en general. Es como ver antiguedades adentro de un vivero.
Pero bueno, pasamos por una tienda de cuatro pisos dedicada a la venta de paraguas. Que sinceramente no sé para qué, dado que en Londres no llueve nunca, y el clima es permanentemente soleado, de acuerdo a nuestra experiencia, mas allá de la infundada propaganda francesa acerca del mal clima británico.
Obviamente lo primero que uno ve al entrar, es la piedra Rosetta. Es impresionante lo diminuta que es la caligrafía con la que los antiguos, tanto egipcios como asirios, babilonios, etc, escribían en piedra.
Lo segundo que uno ve, es un grupo de amigos argentinos, que como Londres es un pañuelo y no hay nada para ver estaban en el mismo lugar.
Sería eterno describir el contenido del British Museum, pero acá hay fotos de algunas que nos llamaron la atención.
Lo primero es, el notable talento para robarse la historia de los países que visitan los ingleses. Hoy en día, les da vergüenza y están devolviendo parte de lo saqueado.
Vimos las salas egipcias, griegas y romanas, incluyendo los mármoles del Partenón, con la instructiva ayuda de la guía multimedia que alquilan en el museo.
Salimos, y descansamos un rato comiendo sushi de farmacia (sí, en serio, es mejor de lo que suena) en Bloomsbury Square Gardens.
Nos fuimos al Playhouse Theatre, donde dan Spamalot, un musical para el que habíamos comprado entradas, con una cena incluída. Cuando llegamos a la boletería, amablemente nos informaron que somos unos zoquetes y las entradas eran para el día siguiente.
En consecuencia, teníamos entradas para otra obra, pero no los papeles para retirarlas. Caminamos hasta Leicester Square donde era el teatro donde realmente debíamos ir.
Por el camino vimos un restaurante Hindú, y aprovechamos para cenar, y tachar otro país de la lista de gastronomías exóticas a probar. Comimos dos platos de degustación cuyos nombres no podemos recordar, pero contenían carnes de diversos mamíferos cubiertas en especias generalmente de color rojizo. Dice Rosario "estuvo muy bueno". Digo yo, el arroz estaba más seco que algo muy seco, no me pidan analogías divertidas, estoy escribiendo esto a las dos de la mañana.
En la esquina del teatro estaba todo cerrado alrededor de una alfombra roja por el estreno de una película que se llama Alan Partidge: Alpha Papa por lo que había que dar un rodeo. Luego me enteré que en ese preestreno estaba mi ídolo personal Stephen Fry, con lo que estuve a menos de 50 metros de conocerlo. Lo que suena muy stalker por lo que si Stephen Fry llega a leer esto: no, no soy un stalker le juro que fue casualidad Señor Fry.
Como teníamos tres horas para matar, comimos helado, tomamos café y vimos las zapatillas mas asombrosas en la historia de la humanidad toda, candidatas a entrar a la colección de Victoria & Albert en los próximos años.
La obra era "Mat Ricardo's London Varieties" que presentaba su última función. Es un varieté, varios números inconexos, y muy desparejos. A mí me gustó más que a Rosario, pero ambos estamos de acuerdo que el número de la mejor banda de Rock del mundo es indescriptible.
Mat Ricardo, el maestro de ceremonias, dice al principio que es un show en el que vamos a ver cosas que cuando se las expliquemos a nuestros amigos, nos van a decir que mentimos. Por ejemplo, cuando dice eso, entra una bonita morocha, tatuada de piez a cabeza, que hace hula mientras se introduce una espada por la boca, sobre la cual hace girar un platillo.
Si bien el platillo tiene truco (porque tiene una hendidura donde encaja la empuñadura de la espada), hay pocas cosas más incompatibles que tragar sables y hacer hula.
Pero vamos a intentar describirlo de todas formas. Entra un flaco emo, con una guitarrita, hace dos chistes pavotes, y grita "RELEASE THE TIGER". Y... sale un gordito peludo, con un leotardo atigrado, la panza flameando en la brisa, y una pandereta.
A continuación proceden a hacer covers de hits de los 90s muy bien cantados e interpretados, con uno de los puntos más altos la interpretación de Murmullo Descuidado con la entrepierna del señor tigre a unos 20 cm de una pobre señora mayor que se encontraba en la 1ra fila.
Cabe destacar que este teatro tiene bares adentro de la sala, lo que ayuda a apreciar las bondades de los números que allí se ofrecen.
Hay un mago, hay un concurso de malabares que termina en un tortazo, una entrevista que es un plomo porque no tenemos idea de quién era el entrevistado (pero el público local parece que sí sabía así ue debe ser famoso), un desafío de tap, un número con bastón y sombrero y un acróbata bastante impresionante.
Salimos, con Rosario diciéndome "adónde mierda me trajiste", pero divertidos, volvimos al departamento ya al día siguiente.
Recorrido del día:
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