57 channels and nthing on
57 channels and nothing on
Empecé a usar Internet allá por 1995, cuando tenía 23 o 24 años. Este año cumplo 48, lo que quiere decir que llevo casi exactamente la mitad de mi vida online.
Me acuerdo de las primeras páginas web que ví, pero mucho más me acuerdo de los primeros canales de chat que visité en IRC y de los primeros grupos de discusión en los que me metí. No voy a comentar cuales fueron porque dan vergüencita, pero sí quiero hablar de lo que yo creí que sería el futuro.
Ya en 1995 la cantidad de información era abrumadora. Ya en 1995 era posible encontrar casi cualquier cosa online, y en particular gente discutiendo de esa cosa.
¿Programación? Obvio que había gente discutiendo.
¿Un lenguaje específico? Por supus.
¿Una biblioteca o programa escrito en un lenguaje específico? Más vale.
¿Una teoría? Me extraña araña.
Ya en 1995, hace la mitad de la vida de este gordo actualmente pelado, era posible exponerse a todas las ideas. Y este en ese momento no tan gordo ni tan pelado pensó ... "seguramente esto va a hacer que la gente se de cuenta cuando esté equivocada y disminuya la cantidad de gente diciendo boludeces".
Desde ya que es tal vez la cosa más equivocada que he dicho en mi vida.
Resulta que el problema no es a cuantas cosas distintas podés exponerte sino lo fácil que es no exponerte a ninguna.
Imaginemos dos mundos alternativos, cada uno de ellos habitado por 100 personas con 25 ideas distintas.
En el mundo A, hay 10 plazas en las cuales la gente se junta todos los días porque están los negocios donde compra lo necesario para vivir y los lugares de trabajo.
Entonces las personas van a ir, en promedio 10 a cada plaza todos los días, y (supongamos) visitan menos frecuentemente otras 4 o 5 plazas. De esa manera se van a exponer a las ideas de unas 50 personas, que (asumiendo mucho) serán unas 12 ideas.
Entonces esas personas van a "conocer" la mitad de las cosas. Sus ideas personales necesitan coincidir o al menos no contradecir obviamente la mitad del conocimiento del mundo.
Eso implicaría que ese mundo va a tener personas con ideas mas o menos consistentes. Habrá excéntricos, pero va a haber un cierto nivel base de ideas incontrovertibles.
Ahora imaginemos un mundo B, en que hay 100 personas, de nuevo, con 25 ideas distintas, pero en que hay 100 plazas. Cada una de esas plazas es propiedad de una persona, y tiene todo lo que necesita.
Hay, además, enormes carteles alrededor de cada plaza, explicando lo que piensa el que allí vive. Y las 100 personas pasean a diario por caminos disjuntos que los llevan a ver las plazas de los demás desde fuera.
Es un mundo donde se vive aislado, pero donde el contacto con el otro está disponible todo el tiempo. Todo lo que tenés que hacer es, cuando estás cerca de una plaza, es decidir entrar.
Obviamente, ya que podés elegir entre 100 plazas, vas a ir a las que más te gusten. Para qué vas a ir a lugares feos ¿no?
Entonces vas a ir a plazas que los carteles describan en términos que te gusten. Vas a ir a plazas de "gente como uno". Si te gusta el helado de dulce de leche, vas a ir a plazas donde hay gente que le gusta el helado de dulce de leche, no el de sambayón.
Cuando dos personas que les gusta la misma cosa se juntan, ambos refuerzan el gusto del otro.
- Que rico es el dulce de leche!
- Cuanta razón tiene, don Cacho.
- Eso digo yo.
- El helado de dulce de leche es muy superior a todos los demás.
- Esos sambayonistas son incomprensibles
- No saben lo que se pierden!
Transformar el aprecio compartido de algo en desprecio a lo distinto es un proceso simple. Es fácil. Es placentero.
La internet es ese mundo B elevado a una potencia ridícula. Si te parece que el helado de dulce de leche es rico, te unís al grupo de Facebook "Aguante el helado de dulce de leche" y al mes estás en el grupo de Whatsapp "Mueran los salvages sambayonitarios"
No es el "efecto burbuja" o "cámara de resonancia", o al menos no es sólo eso. Vos sabés que hay gente que le gusta el sambayón. ¿Nada más que son ... raros, no? No son gente "como uno". Gente de bien. Gente de dulce de leche.
Y así estamos.