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Ralsina.Me — El sitio web de Roberto Alsina

Niveles de Existencia

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No exis­te, real­men­te, el ar­te. Tan so­lo hay ar­tis­ta­s.

—Gom­bri­ch

La pri­me­ra vez que lo leí me im­pac­tó la es­tu­pi­dez de la co­sa, pe­ro bue­no, pen­sé­mos­lo un po­co. Su­pon­go que de­cir que al­guien es un ar­tis­ta, es de­cir al­guien que crea ar­te, y al mis­mo tiem­po de­cir que el ar­te en sí no exis­te, de­be ha­ber pa­re­ci­do una bue­na idea en ese mo­men­to. Es la cla­se de slo­gan anti­in­tui­ti­vo que ha­ce que la gen­te di­ga "Guau, que pro­fun­do, pa­sa­me el fa­so­".

Es muy ton­to en for­ma li­te­ral ya que, por su­pues­to, con­ver­ti­ría a los ar­tis­tas en gen­te que crea co­sas que no exis­ten, lo que los po­ne al ni­vel de los as­pi­ran­tes a do­ma­dor de uni­cor­nio y teó­lo­gos en cuan­to a la fu­ti­li­dad de su pro­fe­sió­n. En cier­ta for­ma, es ver­da­d, por­qel el ar­te no es una co­sa, no tie­ne exis­ten­cia ma­te­ria­l, un­que exis­ta en ejem­plo­s.

En­ton­ce­s, exis­ten pie­zas de ar­te, pe­ro el ar­te co­mo un to­do no. El ar­te se­ría el ideal pla­tó­ni­co del que las es­cul­tu­ra­s, pin­tu­ras y no­ve­las no son más que un pá­li­do re­fle­jo. Que es una pa­pa­rru­cha­da im­por­tan­te, pe­ro es una se­mi­de­fen­di­ble. Y por su­pues­to, si al­go en par­ti­cu­lar es ar­te o no es com­ple­ta­men­te sub­je­ti­vo, así que el ar­te es un club y los ob­je­tos en­tran o no de acuer­do a la opi­nión de ca­da uno, y ese club exis­te só­lo en la ca­be­za de ca­da per­so­na.

Pe­ro en cual­quier ca­so, eso no ha­ce que no exis­ta, só­lo por­que al­go exis­te só­lo en tu ca­be­za no quie­re de­cir que no exis­te. Quie­re de­cir que exis­te en tu ca­be­za, sin im­por­tar si eso sue­na me­dio bo­bo. En­ton­ces el ar­te exis­te, en la mis­ma for­ma que exis­te la ima­gi­na­ció­n, o la me­mo­ria, o el pen­sa­mien­to. O sea que lo de Gom­bri­ch es un slo­gan zon­zo no­má­s.

¿En­ton­ce­s, la exis­ten­cia no es exac­ta­men­te una co­sa en blan­co y ne­gro, por­que hay al me­nos exis­ten­cia ma­te­ria­l, y co­sas que no exis­ten ma­te­rial­men­te? No, ni en pe­do, por­que tu ce­re­bro es ma­te­ria­l, y tu pen­sa­mien­to exis­te ma­te­rial­men­te, en tu ce­re­bro. Na­da más no te­ne­mos los ins­tru­men­tos pa­ra me­dir­lo, o re­por­tar qué pen­sá­s, ex­cep­to a tra­vés de un tes­ti­go po­co con­fia­ble, es de­cir la gen­te que no se ca­lla acer­ca de esas co­sas que per­ci­be en su ce­re­bro, y co­mo ejem­plo te ofrez­co es­to que es­tás le­yen­do. En­ton­ces el ar­te exis­te, ma­te­rial­men­te.

Y ca­paz que es­to sue­na ra­ro, pe­ro ¿qué co­sas no exis­ten? ¿E­xis­ten los dra­go­nes de Per­n? Sí, exis­ten, po­dés com­prar "Los dra­go­nes de Per­n" en Ama­zo­n. Y sí, ca­da dra­gón es­pe­cí­fi­co exis­te, por­que si no exis­tie­ran... ¿Có­mo po­dría­mos sa­ber que son car­ní­vo­ro­s, oví­pa­ros de san­gre ca­lien­te? Se­gu­ro, su for­ma ma­te­rial no es de dra­go­nes, pe­ro yo sé esos da­tos por­que los re­cuer­do. ¿Có­mo po­dría re­cor­dar al­go que no exis­te? Los re­cuer­do por­que leí el li­bro. Ten­go me­mo­ria de su des­crip­ció­n. La des­crip­ción es­cri­ta por An­ne Mc­Ca­ffre­y, que no se­rá lo mis­mo que un dra­gón de ver­da­d, que se pue­da to­ca­r, pe­ro es la si­guien­te me­jor co­sa.

Si men­ciono ele­fan­tes ro­sas, los ha­go exis­ti­r, no co­mo ele­fan­tes, si no co­mo una des­crip­ción de un ele­fan­te, ro­sa. Es una exis­ten­cia ate­nua­da, pe­ro es ca­si la mis­ma que tie­ne Ja­pón pa­ra mí, que nun­ca es­tu­ve ahí, y ten­go que con­for­mar­me con re­la­tos so­bre sus tem­plos exó­ti­co­s, sus ex­tra­ñas cos­tum­bres, sus enor­mes la­gar­tos ató­mi­cos que res­pi­ran fue­go.

Ob­via­men­te es­to no es lo que la gen­te quie­re de­ci­r, en la vi­da dia­ria, cuan­do ha­blan de exis­ten­cia, ya que in­clu­ye co­sas que esa gen­te ale­gre­men­te afir­ma que no exis­te, co­mo ser los dra­go­nes per­nes­es, los ele­fan­tes ro­sa y Go­ji­ra. Así que en cier­ta for­ma Gom­bri­ch te­nía ra­zó­n... ex­cep­to que la exis­ten­cia no es una co­sa de­mo­crá­ti­ca. Así que en una de ésas la gen­te sim­ple­men­te es­tá equi­vo­ca­da.

O tal vez la exis­ten­cia no es una pro­pie­dad útil de las co­sas. Tal vez de­be­ría­mos ha­blar de si son rea­les o no, por­que si bien Go­ji­ra exis­te, no es rea­l, en el sen­ti­do de que no hay un hom­bre enor­me en un tra­je de go­ma que pi­so­tea To­kio. Aun­que bue­no, so­lía ha­ber un ti­po, en un tra­je de go­ma, pi­so­tean­do un "To­kio" pe­ro me es­toy yen­do por las ra­ma­s.

¿O sea que el ar­te no es rea­l? No, por­que na­die di­ce que el ar­te tie­ne una na­tu­ra­le­za fí­si­ca dis­tin­ta de la re­pre­sen­ta­ción que te­ne­mos en nues­tras ca­be­za­s. Na­die di­ce que el ar­te es ama­ri­llo, más chi­co que una te­te­ra, y de pe­lo vio­le­ta. El ar­te es un con­cep­to abs­trac­to. Y los con­cep­tos abs­trac­tos exis­ten.

Así que Gom­bri­ch era un ver­se­ro.

visitor / 2012-05-22 03:39:

Osea que Dios existe!

Roberto Alsina / 2012-05-22 10:07:

En la misma categoría que los dragones de Pern? Sí, claro. Bueno, casi en esa categoría, porque no hay un consenso en cómo es.

Franco Grismado / 2012-05-23 15:46:

Me recordaste a los dragones en La luz fantástica de Pratchett, estos eran imaginarios; es decir existían pero solo si los imaginabas.
No es lo mismo que apuntás en el post pero fue lo que recordé, que culpa tengo.


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