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Ralsina.Me — El sitio web de Roberto Alsina

La Fundación Mítica de Gorilandia

El Mito

Es posi­ble apren­der so­bre un grupo hu­mano por los mi­tos que elige creer. Es­os mi­tos elegi­dos son siem­pre ex­pre­sión de un val­or com­par­tido en­tre los miem­bros, o por lo menos de un val­or as­pira­cional, de lo que quieren ser, o de lo que quieren creer que son.

Si tu mi­to es que dios salvó a tu tribu, querés creer que tu tribu es la fa­vorita, que to­das las cosas que pasaron fueron parte de un plan de tu dios, y eso ex­pli­ca cosas.

Si tu mi­to es que son de­scen­di­entes de una ciu­dad míti­ca, es porque vos querés que tu ciu­dad ac­tu­al sea la hered­era de esa ciu­dad míti­ca, y eso ex­pli­ca cosas.

Si uno de tus mi­tos es que una per­sona in­tach­able, in­teligen­te, sabi­a, fue persegui­da sin mo­tivos por un tira­no ... eso ex­pli­ca cosas.

Y el mi­to fun­dador de go­ri­lan­dia es que Perón per­sigu­ió a Borges hu­mil­lán­dolo, y que eso es ex­pre­sión del odio por la in­t­elec­tu­al­i­dad del per­o­nis­mo, de que el an­tiper­o­nis­mo es el dueño de la in­teligen­ci­a, y so­bre todo, de que el per­o­nis­mo es una colec­ción de mezquin­dades que at­a­ca a al­guien tan in­de­fen­so co­mo un es­critor ciego y para hu­mil­lar­lo lo nom­bra en un car­go ridícu­lo en vez de de­s­pedir­lo o vaya uno a saber qué.

Veamos al­gu­nas de las ver­siones con­tem­poráneas del mi­to, obtenidas google­an­do al azar.

Borges era em­plea­do des­de 1937 en la bib­liote­ca mu­nic­i­pal Miguel Cané. Según una ver­sión, de­bido a su públi­co an­tiper­o­nis­mo, fue des­ig­na­do "in­spec­tor de aves, cone­jos y huevos"

-- Ruben H Ríos

En 1946 Borges fue re­movi­do de su puesto en la Bib­liote­ca Miguel Cané, de Boe­do, y nom­bra­do por el burócra­ta Emilio Siri co­mo In­spec­tor de pol­los, gal­li­nas y cone­jos en las fe­rias mu­nic­i­pales.

-- Al­guien en la re­vista Sud­esta­da

En 1937 Borges se em­pleó en la bib­liote­ca mu­nic­i­pal Miguel Cané. En la dé­ca­da sigu­ien­te, su oposi­ción abier­ta al per­o­nis­mo lo obligó a de­jar el car­go. Según una ver­sión, luego fue nom­bra­do "in­spec­tor de aves, cone­jos y huevos" por el go­b­ier­no.

-- Al­guien en La Nación

Si se bus­caran fuentes menos in­for­madas se en­con­traría gente que cree que fue en la Bib­liote­ca Na­cional (no, fue en la Bib­liote­ca Mu­nic­i­pal Miguel Cané) y el nom­bre del car­go en que se lo nom­bra varía.

Sin em­bar­go, el nú­cleo del mi­to es es­e. Perón y sus es­bir­ros, ante el an­tiper­o­nis­mo de Borges, ín­cli­to es­critor, le qui­tan su puesto en la bib­liote­ca y lo man­dan a hac­er al­go "indig­no" obligán­do­lo así a re­nun­ciar co­mo parte de una per­se­cu­ción políti­ca.

Em­pece­mos por al­gu­nas de las cosas en las que hay acuer­do.

  • Borges fue nom­bra­­do en la Bib­liote­­ca Mu­nic­i­­pal en 1937 (o más prob­a­ble­­mente 1938) co­­mo "he­merote­­cario aux­il­iar" o "a­­sis­ten­te" tra­ba­­jan­­do en cat­a­log­ar el fon­­do bib­li­o­grá­­fi­­co.

  • Ob­­tiene el car­­go "por re­­comen­­dación de Adol­­fo Bioy [padre de Bioy Casares]" o de su ami­­go Fran­­cis­­co Bernardez

  • Tra­ba­­ja ahí has­­ta 1946

  • Perón lle­­ga al poder en 1946 (o 1945, de­pende de a qué llames poder)

Ése es el nú­cleo más o menos in­dis­cutible. Lo demás ... bueno, lo demás ver­e­mos.

Borges, El Ñoqui

Par­ta­mos de que Borges en­tró por aco­mo­d­o. En 1937, con casi cuarenta pir­u­los, Borges había tenido tra­ba­jo oca­sion­al co­mo as­esor para Emecé, y es­crito una colum­na se­m­anal para la re­vista El Hog­a­r, mien­tras trata­ba de hac­er que su car­rera lit­er­aria de­spe­gara. Na­da en su cur­rícu­lum in­di­ca­ba que es­tu­viera ni re­mo­ta­mente cal­i­fi­ca­do para tra­ba­jar de bib­liote­cario o archivista. Su conocimien­to de los de­talles téc­ni­cos del fun­cionamien­to de una bib­liote­ca o hemerote­ca con­sistían en que le gusta­ban las bib­liote­cas.

Según al­gu­nas fuentes fue el padre de su ami­go Bioy, según otras fue Fran­cis­co Bernardez, que dirigía la bib­liote­ca, pero al­guien habló con al­guien más y le con­sigu­ió un puesti­to en una bib­liote­ca en Boe­do.

Una vez aco­moda­do en ese puesto, Borges pro­cedió a no hac­er na­da du­rante la sigu­iente dé­cada, por lo menos en cuan­to a tra­ba­jar. Leamos al mis­mo Borges con­tan­do su ex­pe­ri­en­ci­a:

Aho­ra, yo hu­biera de­bido de­jar esa bib­liote­ca --era un am­bi­ente asaz mediocre­-- pero seguí tra­ba­jan­do. No sé si la pal­abra "tra­ba­jan­do" es ex­ac­ta; éramos, cre­o, un­os cin­cuen­ta em­plea­d­os, y nos asig­naron un tra­ba­jo que tenía que ser lento.

Yo re­cuer­do que me dieron li­bros para clasi­ficar el primer día, y el man­u­al de Bruse­las, que em­plea el sis­tema dec­i­mal el mis­mo que se usa en la Bib­liote­ca del Con­gre­so de los Es­ta­dos Unidos. Yo tra­ba­jé, y creo que clasi­fiqué casi ochen­ta li­bros había que sim­u­lar que se tra­ba­ja­ba ca­da día, yo clasi­fiqué los li­bros y eso se supo; y, al día sigu­ien­te, uno de los com­pañeros vi­no a re­crim­i­n­arme, me di­jo que eso era una fal­ta de com­pañeris­mo, porque el­los se habían fi­ja­do un prome­dio de cuarenta li­bros para clasi­ficar por día.

Aho­ra, para fines de re­al­is­mo, es­os cuarenta no er­an siem­pre cuarenta; podían ser trein­ta y nueve, trein­ta y ocho, cuarenta y un­o, para que to­do re­sul­tara más verosímil, ¿no?, según ex­ige la nov­ela nat­u­ral­ista. En­ton­ces, me di­jo que yo no podía seguir así, y yo, al día sigu­ien­te, clasi­fiqué trein­ta y ocho, para no quedar co­mo pre­sun­tu­oso.

Bueno, y en­ton­ces, ¿qué sucedía?: el tra­ba­jo que teníamos que hac­er se cumplía en, dig­amos, me­dia ho­ra o en tres cuar­tos de ho­ra; y luego qued­a­ba el resto de las seis ho­ras, que es­ta­ban ded­i­cadas a con­ver­sa­ciones so­bre fút­bol tema que ig­noro pro­fun­da­mente, o si no chismes, o si no, por qué no, cuen­tos "verdes". Aho­ra, yo me es­condía porque había en­con­tra­do una ex­traña ocu­pación: la de leer los li­bros de la bib­liote­ca. Yo le de­bo a es­os nueve años el conocimien­to de la obra de León Bloy, de Paul Claudel; volví a releer los seis to­mos de la His­to­ria de la deca­den­cia y caí­da del Im­pe­rio Ro­mano, de Gib­bon, y conocí li­bros de los que no tenía noti­ci­a. De mo­do que aproveché el tiem­po.

No cre­an que fue una dé­ca­da im­pro­duc­ti­va. De he­cho, lit­er­ari­a­mente, fue la dé­ca­da en la que Borges es­cribe y pub­li­ca sus mejores obras. El jardín de senderos que se bi­fur­can, El Ale­ph, Seis prob­le­mas para don Isidro Par­o­di, Fic­ciones ... es la dé­ca­da en que Borges comien­za a ser re­cono­ci­do.

Lo de los com­pañeros di­cién­dole que no tra­ba­je tan­to sue­na un poco in­verosímil, así co­mo la idea de que la bib­liote­ca Cané tu­viera 50 per­sonas cat­a­lo­gan­do el pat­ri­mo­nio bib­li­ográ­fi­co, pero bueno, clara­mente lo que mues­tra es­ta anéc­do­ta es que Borges un em­plea­do ejem­plar no er­a.

Borges mis­mo en El Aleph de­scribe así al pro­tag­o­nista Car­los Ar­genti­no Daner­i:

Car­los Ar­genti­no es rosado, con­sid­er­able, canoso, de ras­gos fi­nos. Ejerce no sé qué car­go sub­al­ter­no en una bib­liote­ca ileg­i­ble de los arra­bales del Sur

El Aleph fue es­crito en es­os años por Jorge Borges, sub­al­ter­no en una de esas bib­liote­cas ileg­i­bles.

Ad­mi­to que es­toy pecan­do al aplicar es­tán­dares de 2018 a cosas que pasaron hace más de se­ten­ta años. En esa época se acept­a­ba que los em­plea­d­os públi­cos er­an aco­moda­dos, que no tra­ba­ja­ban, que es­os puestos de aux­il­iar en bib­liote­ca er­an sinecuras para ove­jas ne­gras de fa­mil­ias bi­en que no podían ga­narse la vi­da de otra for­ma.

Que­da así plantea­da la situación alrede­dor de 1945. Jorge Luis Borges, casi cin­cuen­tón, es­critor que es­tá te­nien­do sus primeros éx­i­tos en el mun­do de las le­tras y vive de no tra­ba­jar en una bib­liote­ca mu­nic­i­pal hace una dé­cada, de­s­cubre el per­o­nis­mo. ¿O no?

Enter Perón

Borges fue famosa­mente an­tiper­o­nista y era bueno para la chi­cana. Por lo tan­to, hay muy bue­nas chi­canas an­tiper­o­nistas borgeanas:

Los per­o­nistas no son ni buenos, ni mal­os; son in­cor­reg­i­bles.

Mire, yo de­testo a los co­mu­nistas, per­o, por lo menos, tienen una teoría. Los per­o­nistas, en cam­bio, son snob­s.

Perón no me pu­do per­donar que cuan­do es­ta­ba en Norteaméri­ca me hayan pre­gun­ta­do por él y yo haya di­cho que "no me in­teresa­ban los mil­lonar­ios" ni que, cuan­do me pre­gun­taron por la mu­jer, haya di­cho que no me in­tere­san las pros­ti­tu­tas.

La pe­or des­dicha es que lo der­rote a uno la gente de­s­pre­cia­ble. Los per­o­nistas a nosotros.

Los per­o­nistas son gente que se hace pasar por per­o­nista para sacar ven­ta­ja.

Par­ta­mos de lo más bási­co. Borges, en 1945, era un de­scono­ci­do. Sí, es­ta­ba comen­zan­do a adquirir una módi­ca fama en am­bi­entes lit­er­ar­ios, pero no era Jorge Luis Borges to­davía, así, con negri­tas. Era un es­critor.

En 1945 y 1946, cuan­do el pres­i­dente era Far­rell (no Perón) Borges fir­ma so­lic­i­tadas. Había un de­cre­to (delezn­able) que pro­hibía que los em­plea­d­os públi­cos emi­tier­an declara­ciones políti­cas. Borges es sumari­a­do por ese de­cre­to antes de que Perón asuma el poder.

Pero aún si hu­biera si­do sumari­a­do luego de que Perón tomara la pres­i­den­cia ... ¿Es creíble que uno de los primeros ac­tos de su go­b­ier­no fuera sumari­ar a un aux­il­iar de ter­cera en una bib­liote­ca de bar­rio? Más aún cuan­do había mo­tivos de so­bra para sim­ple­mente de­s­pedir­lo por in­cumplir su tra­ba­jo du­rante años.

Pero ig­nore­mos por el mo­men­to lo que pue­da haber suce­di­do... que cuen­ta Borges que sucedió?

Co­mo a mí me da por fir­mar to­do lo firmable, re­sul­ta que fir­mé cuan­to man­i­fiesto me tra­jeron los ami­gos [...] Hace pocos días me man­daron lla­mar para co­mu­ni­carme que había si­do traslada­do de mi puesto de bib­liote­cario al de in­spec­tor de aves —léase gallináceas— a un mer­ca­do de la calle Cór­do­ba. Adu­je yo que sabía mu­cho menos de gal­li­nas que de li­bros.

-- Borges, en­tre­vista con di­ario El Plata, 1946

En al­gún resquicio de esa tarde úni­ca, yo temer­ari­a­mente fir­mé al­gu­na declaración democráti­ca [...] me or­denaron que prestara ser­vi­cios en la policía mu­nic­i­pal. Mar­avil­la­do por este br­us­co avatar ad­min­is­tra­tivo, fui a la in­ten­den­ci­a. Me con­fi­aron, ahí, que esa meta­mor­fo­s­is era un cas­ti­go por haber fir­ma­do esas declara­ciones.

-- Borges, dis­cur­so en ce­na de la SADE, 1946

Y lue­go, cuan­do subió el que sabe­mos al poder, en­tonces la mu­nic­i­pal­i­dad me nom­bró in­spec­tor para la ven­ta de aves de cor­ral y de huevos... yo, des­de lue­go, no sé ab­so­lu­ta­mente na­da so­bre ese tema, y mandé mi re­nun­ci­a, que es lo que se es­per­a­ba.

-- Borges, en­tre­vis­ta, 1999

Nótese que en es­os cin­cuen­ta años lo que se pierde es lo de "fir­mé cuan­to man­i­fiesto me tra­jeron los amigos"y en 1946 se ar­ro­ga­ba el puesto de "bib­liote­car­i­o" que es­tric­ta­mente no tenía y luego de­s­pre­ci­a.

¿Que er­an es­os man­i­fiestos? ¿Er­an aca­so man­i­fiestos an­tiper­o­nistas? Bueno, más o menos, ya que el per­o­nis­mo no ex­istía aún co­mo tal. Si quieren leer­lo, acá es­tá el tex­to

Er­an clara­mente con­trar­ios al go­b­ier­no del mo­men­to, de Edelmiro Far­rel­l, y de he­cho Perón fue elegi­do en las elec­ciones que ese man­i­fiesto recla­ma, en febrero de 1946, porque Borges siem­pre es­tu­vo a fa­vor de elec­ciones li­bres en las que ga­nara el can­dida­to de su pref­er­en­ci­a.

De he­cho, la idea de que to­do el in­ci­dente fue repre­salia no por an­tiper­o­nis­mo sino por anti­nazis­mo es sosteni­da por Vic­to­ria Ocam­po en 1961, en una en­tre­vista que re­cuer­do pero no en­cuen­tro.

Si se lee la en­tre­vista con el di­ario El Pla­ta de Mon­te­v­ideo, se puede apre­ciar que es­tá es­cri­ta en chiste y es ahí donde surge la idea del in­spec­tor de gal­li­nas. Cuan­do lo es­cribe en se­rio Borges dice al­go dis­tin­to.

De he­cho, si se le pre­gun­ta a ter­ceros surge una his­to­ria dis­tin­ta. María Es­ther Vazquez, bió­grafa de Borges cuen­ta lo sigu­ien­te:

Siem­pre se di­jo que Perón lo hi­zo re­nun­ciar a Borges de la Bib­liote­ca Miguel Cané, y eso es men­ti­ra. Fue el Di­rec­tor de Cul­tura de la Mu­nic­i­pal­i­dad de Buenos Aires el que lo de­s­pidió, cuan­do era in­ten­dente de la ciu­dad el señor Sir­i.

Yo en­tre­visté a quien fuera di­rec­tor de cul­tura en aque­l­la época, cuan­do es­cribí la bi­ografía de Borges, y le pre­gun­té, y este señor me di­jo: (3) ¡Qué quería! Si este hom­bre (por Borges) era un hol­gazán, no hacía nada, esa gente mo­lesta, son parási­tos. En­ton­ces, en ese mo­men­to, al­gu­nas per­sonas le pi­dieron que no lo de­s­pi­diera porque, ale­ga­ban, Borges no tenía co­mo ga­narse la vi­da, y este hom­bre se api­adó y lo de­rivó al De­par­ta­men­to de Api­cul­tur­a, de miel y abe­jas.

Y Borges, cuan­do sal­ió de la in­ten­den­cia di­jo, y yo creo que a Ali­cia Ju­rado: Me pasaron a un de­par­ta­men­to que es ex­ac­ta­mente igual co­mo si me hu­biera des­ig­na­do in­spec­tor de Aves, cone­jos y huevos. Ahí surgió el mi­to de esa des­ig­nación, pero en re­al­i­dad era en el de­par­ta­men­to de Api­cul­tur­a.

De nue­vo Vazquez:

In­sta­l­adas las au­tori­dades per­o­nistas, des­de la in­ten­den­cia de Emilio Siri le llegó a Sali­nas una lista de los ce­san­tes; Borges fig­ura­ba al­lí. Fran­cis­co Luis Bermúdez, ami­go de Borges y ad­scrip­to a la sec­re­taría, le pidió al sec­re­tario que no lo echara. “En­tonces de­cidí trasladar­lo a la Es­cuela de Api­cul­tura de la In­ten­den­ci­a”, dice Sali­nas

No sé si este Fran­cis­co Bermúdez no sería Fran­cis­co Bernardez, el que le había con­segui­do su primer car­go en la bib­liote­ca, con­sigu­ién­dole un se­gun­do conch­abo con el re­sul­ta­do de ser de­s­pre­ci­a­do por hac­er un fa­vor.

Luego de de­jar de tra­ba­jar en la bib­liote­ca Borges cuen­ta:

Y, en re­al­i­dad, eso fi­nal­mente me hi­zo mu­cho bi­en, ya que in­medi­ata­mente me lla­maron del Cole­gio Li­bre de Es­tu­dios Su­pe­ri­ores, yo em­pecé a dar con­fer­en­cias — yo tenía que hac­er al­go — , bueno, gané bas­tante dinero

-- Borges, En­tre­vis­ta, 1999

Olvi­da men­cionar que esas con­fer­en­cias las pagó Vic­to­ria Ocam­po. Pero eso es otra his­to­ri­a.

In­clu­so, la may­oría de los he­chos que se ci­tan co­mo fuentes del an­tiper­o­nis­mo de Borges son pos­te­ri­ores. ¿El ar­resto de su her­mana y su madre? 1948. ¿Su oposi­ción a Perón des­de la SADE? 1947 en ade­lante. ¿El ar­resto de Vic­to­ria Ocam­po? 1953.

No son mo­ti­vo para que el go­b­ier­no de Far­rell o Perón es­tu­vier­an en­e­mis­ta­dos con él en 1946. Antes bi­en pareciera que su an­tiper­o­nis­mo es efec­to de este episo­di­o, y no causa.

Y Entonces?

En­ton­ces, sospe­cho que la his­to­ria "re­al" fue mas o menos así:

Borges en­tra, aco­modado, de ño­qui en una bib­liote­ca mu­nic­i­pal, donde pro­cede a no tra­ba­jar y dedi­carse a leer y es­cribir, dan­do for­ma a sus primeros éx­i­tos lit­er­ar­ios.

Por mo­tivos políti­cos es sumari­a­do y ce­san­tea­do por al­gún burócra­ta mu­nic­i­pal, no por Perón. Api­adán­dose de él un ami­go le con­sigue un trasla­do a al­gún otro lado, pero no de in­spec­tor de gal­li­nas. Da una en­tre­vista en chis­te, y el chiste que­da.

Al no quer­er acep­tar el traslado, supon­go que porque in­volu­cra­ba tra­ba­jar y salir de la tran­quil­i­dad de la bib­liote­ca, pre­sen­ta la re­nun­cia que es acep­ta­da.

Nun­ca re­conoce que una de sus mejores épocas co­mo es­critor fue posi­ble gra­cias a ser un em­plea­do públi­co cor­rup­to y a ser apaña­do por ami­gos y fa­vore­ce­dores que le con­siguen refu­gio para su im­prac­ti­ci­dad en la vi­da.

Du­rante los sigu­ientes 50 años ese chiste se con­vierte en "la ver­dad" y la raíz de un mi­to fun­da­cional del an­tiper­o­nis­mo. Esa es­tadía en la bib­liote­ca se con­vierte, por un lado, en una es­pe­cia de paraí­so per­di­do, el cielo en for­ma de bib­liote­ca, pero por otro en un am­bi­ente medi­ocre donde es hosti­ga­do por seres toscos que quieren hablar de San Loren­zo de Al­ma­gro y con­tar chistes verdes.

Borges, co­mo to­do eli­tis­ta, siente orgul­lo de sus ig­no­ran­ci­as, de­s­pre­cio por ac­tivi­dades que de­sconoce. Esa amar­gu­ra en el sen­ti­do lun­far­do de la pal­abra en­ve­ne­na to­das sus rela­ciones con aque­l­los que no le rinden pleitesía, con las con­tadas ex­cep­ciones de quienes con­sid­era sus pares.

Así, Borges crea su propia mi­tología in­ter­na y en­cara una longe­va vi­da de inusi­ta­da in­fe­li­ci­dad.


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