--- author: '' category: '' date: 2012/10/19 21:32:18 description: '' link: '' priority: '' slug: devolver tags: '' title: Devolver type: text updated: 2012/10/19 21:32:18 url_type: '' --- El viernes que viene me voy a París. Me llevo a mi mujer, a mi nene, y a mi vieja. Me llevo a mi mujer porque nunca tuvimos luna de miel, entonces cualquier excusa es buena, me llevo a mi nene porque tardé mucho, y me llevo a mi vieja porque se lo debo. Mi mamá tiene 78 años y cuando estudiaba, pupila, en un colegio de monjas, estudiaba francés. Y cuando estudiás francés semipresa, las lecciones sobre París, el libro con fotos de la torre Eiffel... se me hace que deben haber sido material de los sueños de esa piba de quince. Yo sé que mi vieja sueña con este viaje hace más de sesenta años. También lo soñaba mi viejo que siempre contaba de cuando tenía que escribir una redacción (en francés obviamente) sobre el puerto de Le Havre y como no la había hecho la inventó al vuelo, hizo como que la leía y le pusieron un diez igual, en su secundario en Resistencia, pero mi viejo se enfermó y se murió. Entonces ahora que puedo, porque con la tarjeta la saco en muchas cuotas, y tengo un descuento, y el pasaje mío lo paga un cliente, y Tato paga la mitad, y alquilar un departamento allá sale lo mismo que en Mar del Plata (o lo mismo que una carpa en La Perla), y tengo un ahorrito, hace un tiempo le dije a mi vieja que sacara el pasaporte, que se venía conmigo. Y que no, que estoy grande, que qué me vas a llevar, para qué, qué voy a hacer allá, pero el ojo bueno se le iluminaba, porque mi vieja por adentro es todavía esa alumna pupila del colegio en Santa Fe, que tenia que estudiar en silencio sus lecciones de francés, sobre esa tierra lejana, exótica de gente con boina. Y la plata no compra la felicidad, pero esta plata, justo esta plata, me deja darle de regalo del día de la madre un viaje con el que sueña hace mi vida y media, ir a Montmartre, sentarnos en alguna parte, pedir dos cafés, morfarnos dos croissants, darle un beso a mi Tato, abrazar a mi mujer, a mi viejita, saludar a mi viejo, y sé que se me va a piantar un lagrimón, si se me está piantando ahora, mientras escribo, cómo no se me va a piantar allá. Y me la llevo para allá. Y vamos a ser felices.